Estimada Abogada: Leí detenidamente las argumentaciones de ese debate y respaldo ampliamente los puntos de vista que Usted expresó. En mi opinión ser Abogado es la culminación de un proceso cognoscitivo-formativo de las facultades esenciales de la actividad humana, a saber: inteligencia y voluntad. Cuando el profesional del derecho alcanza como es evidente que Usted lo ha hecho, a comprender que el hombre distingue perfectamente el bien del mal como resultado del proceso de formación intelectual que desde la niñez y tomados de la mano de nuestros padres, a base de ensayo y error, fuimos distinguiendo lo bueno de lo malo, siguiendo a través de los círculos concéntrico-sociales que se logran con maestros, amistades y organizaciones, la inteligencia humana madura formándose inequívocamente lo que en la voz popular se conoce como sentido común. Como consecuencia de estos procesos, el hombre entiende perfectamente que todo hecho de la naturaleza y todo hecho o acto humano responde necesariamente a normas o leyes físicas, jurídicas, morales o simplemente consuetudinarias y distingue con claridad que ante la inobservancia de dichas normas la unica consecuencia previsible es la generación de daños para sí o para otros. El que cruza intempestivamente la calle siendo omiso del señalamiento que le indica esperar la luz verde, seguramente obtendrá un atropello y daños físicos. Lo mismo sucede con quien falta a su deber moral de honrar a sus padres pues solo tendrá descrédito y repudio familiar y social, o quien pretenda volar desde el piso mas alto de un edificio tratando de simular a las aves y desconociendo la ley física de la gravedad solo tendrá un fuerte golpe al estrellarse en el piso. Pese a ello, la inteligencia es esencialmente seductora por cuanto puede y ofrece al hombre el abanico de utilidades en el ejercicio de sus acciones. Ahora bien, con mucha frecuencia el profesional del derecho se queda en esta etapa, en la que, efectivamente llega a conocer el contenido de las normas jurídicas que regulan el comportamiento y convivencia humano en sociedad. Mas no es suficiente, alcanzar en el profesional del Derecho el grado excelso del conocimiento normativo legal, necesita conocer y valorar que, en el hombre además de inteligencia existe voluntad y que esta última es el único escudo que le permite al ser humano no ser víctima de su propia inteligencia o de la de los demás. El delito, culposo o doloso, entendido como infracción antisocial, lo que evidencia es una falla de la voluntad. Cuando el profesional del Derecho llegue a conocer y a dominar estos conceptos se habrá hecho Abogado y entenderá los resortes del pensamiento de profesionales como Coteure cuando afirma que no basta conocer el Derecho hay que sentirlo.
