El ser humano estaba antaño en el mundo con su voluntad, a efecto de poder tomar las decisiones que consideraba pertinentes en su vida diaria, respetando las leyes humanas, estrechamente vinculadas a las naturales y estas a la ley divina. Tan solo le estaba prohibido, por Dios, comer del árbol del conocimiento del bien y del mal. Al obrar en contra de las órdenes divinas el ser humano es expulsado del edén. A partir de allí, todo es penar y tratar de volver a tener la gracia divina. Toda la Historia de occidente se basa principalmente en los pecados y la culpa. Los filósofos clásicos y después los teólogos han trazado un camino moral ora en cierto sentido ora en otro. La conciencia de su finitud ha hecho que el ser humano busque suelo firme donde poner los pies para avanzar en la dirección correcta. Ese camino se llamó Principio Primero y, después Dios único para los católicos y, este ha dado la norma natural para la convivencia y le dio la razón al ser humano para que en uso de ella, se diera leyes humanas en concordancia con las naturales y la divina.

Haber pasado de la diversidad de principios a uno solo, representa un logro extraordinario. Ya no había diversos caminos si no uno solo y faltaba su demostración metafísica. La idea de un principio único de donde proceden todas las cosas fue un punto culminante de la filosofía griega y fue, Aristóteles el más claro exponente sobre la idea de un motor inmóvil que mueve sin ser movido. Así, tenemos que en su obra la Metafísicase puede leer “El principio de los seres, el ser primero, no es susceptible en nuestra opinión, de ningún movimiento, ni esencial ni accidental, y antes bien él es el que imprime el movimiento primer, movimiento eterno y único”.

Tal idea gusto y convenció a Santo Tomás a tal punto que, a partir de esta idea logra desarrollar su pensamiento filosófico y demostrar la existencia del Dios cristiano quien gobierna a través de su superior derecho a legislar por medio de la ley divina. A mi entender, con Santo Tomás se llega al punto más alto del espiritualismo del catolicismo. El ser humano occidental de la edad media vive de cara a Dios. Toda su vida se reduce a tratar de salvarse a través de todos sus actos que deberían estar en concordancia sujeción a la ley natural y divina. Después, dirá Lutero que el ser humano no puede salvarse por sí mismo. Haga lo que haga solo Dios sabe quién será el elegido. 

En la Suma Teológica nuestro pensador demuestra la existencia de Dios a través de las cinco vías y con esto se alcanza la madures de la religión católica con relación a los fundamentos teológicos sobre la existencia de Dios y de la concordancia de la ley humana y las naturales con la divina. Vemos una armonía que regirá durante el resto de la edad media la vida de los seres humanos.

Por ello describe la ley humana, con Isidoro, de la siguiente manera: “Una ley honesta justa, con forme a la naturaleza de acuerdo con las costumbres patrias, conveniente, necesaria y útil según los tiempo y lugares; y bien clara para que no vaya a contener algo capcioso por su oscuridad; escrita no para el provecho de algún particular, sino para el bien común”.

Con Galileo Galilei los seres humanos entramos a la modernidad y poco a poco la razón va tomando mayor importancia hasta que en definitiva se libra de las ataduras que la fe le había impuesto. La autoridad y el dogma serán cuestionados y se les pondrá a prueba, misma que no resistirán. La ciencia y la tecnología poco a poco pondrán un cerco a los dogmas religiosos e irán pasando a revisión crítica todo lo hecho con anterioridad. La ciencia tiene el poder que tanto temían y temen los religiosos: desplazar a Dios del centro de la vida de los seres humanos a mayor avance de la ciencia y la tecnología menor necesidad se tiene de Dios para explicar las cosas y fenómenos.

Nietzsche extiende el acta de defunción de Dios. En el epígrafe 195 de la Gaya Ciencia “El Loco” Nietzsche nos muestra cuanto se había deteriorado la idea de Dios entre los occidentales. “…¿Dónde está Dios? Os lo voy a decir. Le hemos asesinado; vosotros y yo, todos nosotros somos sus asesinos”.

Se siente ya la pérdida de fe en Dios. La razón y la ciencia van poniendo al ser humano de espaldas al Principio Primero. No se da una falta de fe y práctica de la misma, de una manera radical y uniforme en todo el mundo católico. Ni siquiera hoy día. Corría el año de 1882. La modernidad había sido condenada a una revisión crítica por parte de los filósofos.

El positivismo surge como una necesidad de hacer del ser humano el instrumento por medio del cual pudiera valerse por sí mismo en este mundo. Ahora está el ser humano y sus propios medios para vivir y transformar el mundo.

Las normas jurídicas positivas desplazan a las normas humanas que tanto había vinculado Tomas de Aquino a la convivencia humana y emanadas de la razón que podía comprender tanto la ley natural como la divina. Son los seres humanos quienes van a darse leyes a si mismo sin tomar en cuenta a otra cosa que no sea el ser humano mismo. Surge así la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano con la Revolución francesa. El rey deja de ser el soberano y representante de Dios, la soberanía pasa a manos del pueblo.

La Postmodernidad se estaba gestando ya desde finales del siglo XIX. El siglo XX traerá dos guerras mundiales que harán sentir lo peor del ser humano. La fe en el homo sapiens se ve seriamente cuestionada. La idea de progreso también se ve con desconfianza. Y, sin embargo, surgirá un desarrollo de la ciencia y la tecnología a grados nunca visto antes en tan poco tiempo. Los medios de comunicación se van diversificando y se sientan las bases para su futuro.

Así mismo, tal como lo señala Erich From “La automatización del individuo en la sociedad moderna ha aumentado el desamparo y la inseguridad del individuo medio”, siendo que el individuo medio en los tiempo recientes ha descendido por lo menos dos escalones sociales se puede ver claramente que la inseguridad y el desamparo aumentan al negársele las posibilidades de entender su condición y posición en el mundo.

No deja de ser paradójico que en la modernidad se sustituya a Dios por los derechos fundamentales del ser humano. Es decir que el Principio Primero ya no rige a través de la Ley Divina y por ende de la Natural. Es, el ser humano quien se impone a si mismo leyes positivas cada vez más desvinculadas de la Ley Natural y Divina. 

Las pugnas por libertad tienen su ejemplo más claro en el año de 1968, cuando en diversas ciudades del mundo se hacen movimientos a favor de la libertad. Chicago, Paris, la Ciudad de México entre otras ciudades son el escenario de estos acontecimientos. Algunos autores entre ellos Lipovetsky ponen este año como el de la muerte de la postmodernidad. Otros ponen énfasis en que con la terminación de la pugna entre el capitalismo y el socialismo real llega a su final la postmodernidad, es decir, el año de 1989.

Es a partir del surgimiento del neoliberalismo que se va a dar un giro vertiginoso a la vida de los seres humanos dado que la globalización empezaba a dar ya claras muestras de su poderío. La política, la economía y los medios de comunicación van a ser los ejes sobre los cuales girara la vida de los seres humanos. El consumismo se verá acentuado de hasta el infinito. Las normas fundamentales de los Estados naciones se verán mermadas y con ello la soberanía. El poder se traslada a las grandes empresas trasnacionales.

Hiper del griego, sobre, encima, exceso, superioridad, transgresión. 

El Híper-modernismo ha llegado con su híper-individualismo en donde las marcas son los nuevos objetivos a las que la juventud tiende a consumir principalmente; la libertad sexual, de pensamiento, de educación son rubros a los cuales el ser humano tiene acceso y por ende la posibilidad de salvarse responsablemente a sí mismo y paradojamente, el ser humano es, también frágil y echado a su suerte con la frustración de no tener un asidero firme que le dé pauta para seguir un camino seguro.

Esa frustración se ve reflejada en las normas positivas que cada día se van haciendo menos funcionales para los seres humanos. Hoy día los contratos de asociación entre el sector público y el privado son los que determinan la suerte de los gobernados y aun, de los gobiernos débiles que ven como las grandes trasnacionales abren camino hacia la privatización de la educación, la salud pública, el transporte, la generación de energía o la exploración del petróleo, su explotación, refinación, transporte y comercialización en detrimento de las gran mayoría de las naciones débiles.

Las normas positivas ya no tienen la vinculación con la ley divina y la ley natural. Se ha roto ese vínculo que Santo Tomas postuló y que en el medioevo funcionó para los seres humanos de occidente. En la actualidad los seres humanos ven con angustia como las leyes positivas creadas y promulgadas por los órganos institucionales del Estado no funcionan, a efecto, de resolver los asuntos, ya sean públicos o privados; colectivos o individuales de una Nación determinada.

La tendencia legislativa que imponen las grandes transnacionales con la benevolencia y apoyo efectivo del fondo monetario internacional, se ve reflejada en los contratos de asociación entre lo público y lo privado en detrimento de los gobernados y cuando un gobierno quiere romper con la imposición están los tribunales de arbitraje diseñados y controlados por los Estados más poderosos en conjunción con el fondo monetario nacional, para dirimir las controversias entre un Estado y una Transnacional, siendo en su generalidad el fallo a favor de esta última. Dichos contratos de asociación sirven hoy como normas positivas y tienen una vigencia de veinticinco a cincuenta años que es el plazo que estiman para la explotación de bienes naturales antes de que estos se terminen o sean rentables. En la prestación de servicios tales como la educación, salud pública, seguridad social, etc. Los plazos se calculan según las ganancias y circunstancias calculadas para un mayor beneficio de las transnacionales.

 Se ve claramente que la ley positiva ha dejado de estar en concordancia con  la ley natural y divina. En la actualidad, las instituciones nacionales han sustituido a Dios como legislador en lo interno. Y, de la misma manera,  tiene una supra legislación impuesta también en lo interior, por grupos de personas anónimas, desde el exterior.

Al haber sido sustituido Dios como legislador se tiene que las normas positivas en general están diseñadas para ir en contra de lo que Santo Tomas postulaba: La armonía y dependencia de la norma positiva con las leyes naturales y la divina.

Aunado a lo anterior, las normas positivas están hechas para el beneficio de unos pocos en detrimento de la gran mayoría. Es decir, que el bien común tiene menor peso que el bien particular o de grupo.  Esto se ve claramente en su paradoja: a pesar de que hoy, hay más libertades formales cada día hay más pobres que hace cincuenta años y no solo se trata de números fríos sino de porcentajes de población y de poder adquisitivo.

BIBLIOGRAFIA

1.- METAFISICA, ARISTOTELES, EDITORIAL PORRUA, 2007, PP. 265.

2.- TRATADO DE LA LEY, TOMAS DE AQUINO, EDITORIAL PORRUA, 1998, PP. 7, 8,9 Y 10.

3.-LA GAYA CIENCIA, FEDERICO NIETZSCHE, EDITORES MEXICANOS UNIDOS, 1998, PP. 159.

4.- COMPENDIO DE ETIMOLOGIA GRECOLATINAS DEL ESPAÑOL, AGUSTIN MATEOS NUÑEZ, EDITORIAL ESFINGE, 1984, PP. 334.

5.- EL MIEDO A LA LIBERTAD, ERICH FROM, EDITORIAL PAIDOS, 2008, PP. 296. 

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Autor: Victormiaz (Visita mi Oficina)