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SOBERANÍA ACTIVA
- Autor : Victormiaz
- Fecha : Domingo 02 de Septiembre de 2012 07:59
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I
LA PERSUASIÓN COMO MEDIO DE CONVENCIMIENTO Y DE CONTROL
El Tribunal Federal Electoral dictó sentencia inapelable y los priistas en voz de Pedro Joaquín Coldwell, han inmediatamente dicho que los partidos y en especial los de izquierda acepten dichas sentencia. A esto se han sumado la Conferencia del Episcopado Mexicano así como medios y periodistas incondicionales al sistema. Del Partido Acción Nacional no se podía esperar otra cosa que la suma al pensamiento de los priistas. Ahora bien si vemos el panorama parece ser que no hay forma alguna de poder transitar hacia la democratización del poder publico, y digo democratización y que no la desaparición de las instituciones debido a que se necesita de estas para el buen funcionamiento del Estado, cosa que bien vista no solo es posible sino necesaria. En efecto, hago notar que existen los elementos necesarios para la democratización del poder público.
Primero, existen desde antes del dos mil, generaciones de mexicanos que ya no crecieron bajo el sistema presidencial priistas y por ende, tienen una ideología e identificación con las formas democráticas. El cambio del gobierno priista en el gobierno federal es producto de variados factores pero, esencialmente del voto de generaciones de mexicanos conscientes de que el sistema presidencial priista era todo menos democrático. Décadas de horrenda tiranía deberían terminar y parecía que los panistas traerían un poco de democracia transitiva para consolidad la democracia. Sin embargo, estos conservadores inmediatamente hicieron suyas las prácticas priistas hasta confundirse con el viejo régimen, tanto en el rubro anti-axiológico como en lo ontológico, antivalores y el ser de dos partidos se volvió unidad. Más aun, en muchos rubros superaron a los priistas en cinismo y voracidad por el erario y los puestos públicos.
Segundo, existe una conciencia democrática que se ha transformado en acción, es decir, hay una praxis del ejercicio de la voluntad soberana. Desde siempre ha habido corrientes de pensamientos libres que han pugnado por la democratización del poder político e implantar nuevos valores a la vida nacional que redunden en beneficio del pueblo en general. Estas corrientes ahora se han visto fortalecidas, renovadas y vivificadas por las generaciones de jóvenes que han aprehendido nuevas formas de hacer política y que han ido a la acción con toda una nueva visión del ejercicio del poder. Se han vuelto hacia la híper-post-modernidad sin abandonar la axiología propia y benéfica en casi todos los ámbitos de la vida pública.
Tercero, estos movimientos renovados y renovadores han encontrado amplias vías de comunicación en las redes sociales que no solo sirven para la comunicación entre personas en temas triviales sino para la organización de las acciones a tomar en contra de todo ese poder cuadripléjico en donde desesperadamente se mueven los políticos conservadores así como los medios de comunicación tradicionales y al servicio de los gobernantes en turno.
Es de esperarse que la sociedad en general y los jóvenes en concreto puedan superar este estadio previo a la democratización del poder político primero y después de todos los ámbitos de la vida nacional mexicana, sepultando a este viejo e inoperante sistema y que solo beneficia a unos pocos mexicanos privilegiados por la corrupción y la impunidad.
Bien vistas las acciones y la retorica de los priistas y demás actores afines al status quo, utilizan la persuasión como forma de convencimiento y de control. Solo aquellos mexicanos que no tienen la mínima consciencia de la realidad profunda de este sistema injusto, solicitan que los mexicanos conscientes dejen de luchar en contra de quienes quieren tiranizar al pueblo mexicano, es decir, quieren que el soberano siga siendo siervo acrítico. Eso seria un grave error. Los mexicanos conscientes deben luchar hasta cambiar este lastimoso estado de la vida nacional. El gobierno puede parecer solido tal y como era percibido el de Porfirio Díaz que al final resultó ser tan endeble como su mismo símbolo, el viejo general.
II
LAS INSTITUCIONES MEXICANAS COMO GENERADORAS DE LA PARÁLISIS NACIONAL
Ahora bien, dentro del Estado mexicano están las instituciones electorales que en teoría están para darle cause a los procesos en donde se eligen los funcionarios públicos que ejercerán la soberanía nacional, que, para fatalidad nuestra la han dividido en tres soberanías (Legislativa, ejecutiva y Judicial). Es evidente que las instituciones transitan en un marco jurídico demasiado estrecho en donde los cambios políticos no pueden darse debido a que están al servicio del propio gobierno en turno y no a favor del pueblo soberano (soberano en la formalidad no en la práctica). Aquí tenemos por lo pronto la causa del por que no se pueden esperar cambios políticos a través de las instituciones electorales. En el caso presente del Tribunal Federal electoral que responde a intereses particulares y de partido y no al pueblo.
En consecuencia le compete al pueblo soberano cambiar su forma de gobierno (articulo 39 constitucional), ya que es el soberano y solo da a los gobernantes las atribuciones para el funcionamientos de los órganos del Estado no así la potestad soberana. En efecto, nunca el pueblo da su voluntad soberana a los gobernantes ya que esta es inalienable (no se puede ceder, dar o traspasar el dominio) e imprescriptible (Es decir que el derecho de ejercer la voluntad soberana nunca la puede perder el pueblo). Aquí se puede contrastar que la sociedad tiene la necesidad del dinamismo en todo momento aunque no en todo momento el pueblo ejerza con acciones ese dinamismo. Por el contrario, las instituciones al ser parte del Estado tienen casi una vida paralitica que no les permite ir a la par del dinamismo social. Este divorcio entre instituciones y sociedad se ve en todo momento de la vida nacional. Es por ello que no se pueden esperar los cambios desde las instituciones sino solo desde la sociedad.
Ahora bien, la voluntad soberana es una y solo una y no tres o treinta y cuatro como falsamente se afirma en nuestra Constitución General y en concreto en al artículo 41 (ejecutivo, Legislativo y Judicial), ni tampoco los estados integrantes pueden ser soberanos como se asevera en el artículo 40 de nuestra Carta Magna. Sobre estas ficciones ha transitado la vida nacional multiplicándose los soberanos falsamente en detrimento del verdadero soberano: el pueblo. Esta Constitución se debe depurar de las malas leyes que allí están plasmadas y que solo benefician a la clase burguesa y política. Bien volvamos a la voluntad soberana. Para beneficio de los burgueses, políticos y gobernantes se asevera que la voluntad soberana tiene sus límites en la representación según el artículo 40 constitucional y que todo lo que hagan los políticos en el ejercicio de sus cargos de elección popular debe pasar como actos del pueblo debido a esa representación soberana. Esto es a todas luces falso, porque tal y como se colige de manera justa, el pueblo nunca otorga su potestad soberana a los gobernantes sino solo les da los atributos para ejercer el gobierno, es decir son meros administradores del erario y bienes públicos (Órgano Administrativo), simples impartidores de justicia (Órgano Judicial) o simples hacedores de leyes (Órgano Legislativo). Con simples quiero significar que están por debajo de la categoría del pueblo soberano sin que esto les quite la importancia a los tres órganos para ejercer eficazmente sus atribuciones por mandato del pueblo.
Así pues, llego a la conclusión de que la voluntad soberana es una pero su ejercicio no se da de manera espontanea, uniforme ni general. Si esto fuera así en todo momento se estaría en constantes convulsiones nacionales y no seria posible la vida pacifica en sociedad alguna. Veamos pues como es posible que el pueblo ejerza su soberanía para el bien o el mal común. Hay una voluntad soberana general que es de todo el pueblo mexicano. En el ejercicio de la soberanía esta puede ser activa y criticar al gobierno para delimitar el alcance del ejercicio del poder político y tratar de realizar los cambios cuando son necesarios o ser pasiva y aceptar los excesos del gobierno, limitándose a votar y yendo felizmente a seguir los dictados del gobierno en turno con lo que se anula también la voluntad soberana activa. Es pues necesario que la sociedad en su conjunto no se deje engañar con la propaganda oficial que sigue incansable con su cometido de hacer que el verdadero soberano, el pueblo, no mande sino solo vote y tenga por propio lo que no ha pactado y menos otorgado: su voluntad soberana. En efecto, no se puede concebir que cada candidato al gobierno tenga una plataforma de campaña y el pueblo acepte, según sea el caso y grado, dicha plataforma y promesas de campaña y en ya en el ejercicio de la administración o los otros dos rubros se haga la santa voluntad personal o de partido en detrimento de la población en general y queden impunes dichos embusteros.
Es por las motivaciones anteriores que los ciudadanos conscientes deben ejercer la soberanía activa hasta que se logre el consenso general de que la soberanía popular no debe ni puede estar por debajo de las leyes, por mas constitucionales que estas sean y debe, el pueblo, de manera directa de hacer los cambios que considere pertinentes aun a través del uso de la fuerza cuando los gobernantes no estén dispuestos a ceder en sus pretensiones tiránicas o contrarias al poder soberano, ya que si el soberano no pudiera recurrir al uso de la fuerza para impedir que le sea escamoteado esa soberanía inalienable e imprescriptible, estaría a merced de auténticos lobos insaciables que no dudarían en someter al soberano a sus caprichos, tal y como ha venido ocurriendo en la especie.
Ahora bien, los cambios profundos en política como en la vida ya he dicho no se han hecho con el consenso espontaneo y general de todo un pueblo empiezan con ideas revolucionarias y ya después cunde la fuerza de esas ideas cuando estas son generales y en beneficio del bien común. Esa es la clave que hasta ahora no han querido tocar los burgueses ni políticos y menos los gobernantes.
Convengamos entonces que por encima del pueblo soberano no puede haber leyes que lo limiten de manera absoluta, ya que de aceptarse y permitirse tal cosa la voluntad soberana quedaría anulada en su detrimento. Sea esto un principio.
III
REFUNDACION O REFORMA DEL ESTADO MEXICANO A TRAVES DE CAMBIO DE CONCEPTOS Y DE LEYES JUSTAS.
Tal como he dejado en claro la Constitución General de la Republica tiene sus claros errores conceptuales que se traducen en diques para la vida democrática y es por lo mismo que se debe cambiar en todo aquello en cuanto se oponga a la voluntad soberana del pueblo y al bien común de todos los mexicanos. Aquí se debe pensar en la refundación del Estado mexicano a través de la creación de una nueva constitución o la reforma del Estado mexicano por medio de la reforma de la Carta Magna. Insisto que esto se debe hacer con la participación fundamental del pueblo soberano y no solo con las propuestas de los partidos políticos que hasta ahora se han visto impotentes para hacerlo. En caso contrario se pondrán leyes que den todos los derechos formales a los ciudadanos pero que en la realidad serán inalcanzables, creando así la injusticia en todos los ámbitos: político, social, económico, de seguridad publica, de educación, alimentación, de vivienda y demás. Es de verse como se han creado a través de leyes aparentemente benéficas instituciones, fideicomisos, institutos y demás organismos públicos que solo sirven para que los gobernantes en turno junto con sus incondicionales (hombres y mujeres de partido), arribistas, pillos de toda clase y políticos se hagan ricos como compensación a su sacrificio por el pueblo. Así lo aseveran en cada tribuna, periódico o medio de comunicación en donde pueden lanzar sus discursos.
Seria muy bueno que el pueblo tuviera iniciativas de leyes directas para que los delitos cometidos por funcionarios públicos y políticos fueran graves a partir de determinadas condiciones tales como la preparación de delitos con agravantes, gastos excesivos, cobro de porcentajes por la obra publica o mala calidad de esta, fraude al erario, colusión con el crimen organizado, protección a la delincuencia, enriquecimiento indebido de él o de sus familiares o prestanombres, mal uso de los recursos públicos en todas sus modalidades y todos aquellos que los peritos en la materia ayuden a determinar al pueblo. Es menester que se ponga como principio que el pueblo soberano pueda ejercer su soberanía de manera directa sin oposición de autoridad alguna en los casos que se determine.
IV
INICIO DE LA PARTICIPACION ACTIVA DE LOS CIUDADANOS EN LA COSA PUBLICA
Dentro de las reformas indispensables e inaplazables están la de la rendición de cuentas. No hay forma ni los medios para hacer que un funcionario público haga la rendición concreta de su cargo público. Todo son generalidades y secrecías impenetrables del ejercicio público del poder sin reclamo alguno. Lo que se traduce en impunidad oficial para todo lo publico y solo de vez en vez cuando algún funcionario con el mayor descaro cae en la desgracia los políticos lo sacrifican de tal suerte que no hay una exigencia de rendición de cuentas general a los demás funcionarios o políticos.
Bien podría empezarse por crear organismos ciudadanos bien controlados por el pueblo que vigilen y fiscalicen los tres ordenes de gobierno. Es un craso error dejar la vigilancia de la hacienda municipal a un organismo que depende del presidente municipal tal y como lo es, la Contraloría Municipal; en el caso de los estados hace esta función un organismo que depende del gobernador. Pongo como ejemplo el caso de Puebla donde la SEDECAP (Secretaria de Desarrollo, Evaluación y Control de la Administración Publica) vigila y fiscaliza las acciones del propio gobernador, finalmente al gobierno federal tiene la Auditoria Federal de Fiscalización que depende del presidente en turno. Es inútil que se hagan protestas a lo que asevero cuando se ha visto hasta el cansancio como la inmensa mayoría de los funcionarios públicos y políticos se hacen ricos de maneras escandalosas.
En este contexto se encuentra el pueblo soberano de México. Esta es su hora de hacer valer esa voluntad soberana en contra de todos los gobernantes que han creído haber recibido la potestad soberana y han hecho de su voluntad personal voluntad popular de manera simulada. Ahora bien, queda claro que la legalidad esgrimida por los gobernantes ya sea en ejercicio o electos es insuficiente para lograr que la voluntad soberana se encamine hacia la democratización del poder público. En consecuencia la sociedad mexicana debe hacer uso de su soberanía de manera directa par transitar de gobiernos voluntariosos a la democracia en donde todos, empezando por los gobernantes y políticos se sujeten a la voluntad soberana y democrática, donde el bien común sea el sello distintivo, en donde el ciudadano sea un elemento activo de la vida nacional y no un simple votante y observador pasivo de la cosa publica.
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