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EL PARTIDO COMO EL TODO.
- Autor : Victormiaz
- Fecha : Martes 12 de Febrero de 2013 16:10
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La idea de partido político o de cualesquiera otra cosa nos lleva inmediatamente a concebir tal cosa como un componente del todo. Esta es la idea de los partidos políticos, son partes del todo social. De ahí que ningún partido pueda representar a la totalidad de una nación. En México existen partidos que representan en buena medida los intereses y visiones de clases. Están los conservadores, los liberales, los que tienen intereses económicos casi exclusivamente, los que tienen intereses gremiales, los que tienen intereses de familia, en fin, los intereses son variados, legales o ilegítimos pero todos representan una parte del todo.
Esto no siempre ha sido así. Hubo una época en que solo existió un partido que representaba el todo. Esto inmediatamente nos lleva a la contradicción lógica, razonable. ¿Cómo puede un partido (una parte del todo), ser el todo?. La lógica y la razón nos dice que una parte no puede ser el todo. O se es partido o se es la nación completa pero no ambas cosas. Ahora bien, en México se torció la lógica, razón y la realidad hasta hacer que la parte representara el todo. Es decir que lógicamente la parte fuera ficticiamente el todo. Soy parte y el todo a la vez.
Esto no fue una imposición así como así, no, tuvo el consenso de los líderes políticos que surgieron de la revolución y que quedaron vivos. También la sociedad mexicana estaba preparada para aceptar que la parte representara el todo. Toda la destrucción, muerte, heridos, sufrimientos, desmanes, atropellos, ilegalidades, el espantoso azar y la anarquía que produjo la revolución mexicana deberían ser puestos en orden. Los mexicanos no se imaginaron nunca las consecuencias de la revolución y ya derrocados los enemigos del pueblo habría que poner un nuevo orden. Francamente en tal contexto no se veían los frutos de la lucha intestina.
Los jefes revolucionarios fundaron primeramente el PNR (Partido Nacional Revolucionario), después el PARM (Partido Auténtico de la Revolución Mexicana) y finalmente el PRI (Partido Revolucionario Institucional), nótese que estas tres posturas políticas tuvieron la idea de representar el todo pero que solo la ultimo cuajó. En realidad los dos anteriores fueron ensayos que sirvieron para dar acabado a una idea de totalidad nacional.
El Partido Revolucionario Institucional tiene en su propuesta política y en los hechos la contradicción misma. ¿Cómo puede ser un partido revolucionario y a la vez institucional?. Precisamente se es revolucionario contra el gobierno, contra las instituciones en su mal actuar, la palabra revolución tiene la idea del cambio y el gobierno tiene inmersas las ideas de continuidad, estabilidad, conservación del status imperante como gobierno. Ahora bien, este era el contexto general en que estaban inmersos los políticos mexicanos y tenían el reto de imponer un sistema que llegara a ser totalitario sin dejar sentir su dureza. Se planeó incluir a ese pueblo ávido de paz, de oportunidades de trabajo, de tierra, de una vida ordenada y con instituciones que respondieran a sus necesidades. Se crearon tres grandes sectores el obrero, el campesino y el popular. Estos tres grandes sectores aglutinaron a las masas populares y pobres en confederaciones, sindicatos, agrupaciones que se sumaron a los liderazgos, cacicazgos y poderes facticos que sobrevivieron a la revolución. Todos los primeros presidentes post-revolucionarios fueron militares y los posteriores surgieron del mismo partido oficial. Se creó una cúpula política que gobernó ese singularísimo sistema, único en el mundo.
Se oficializó, se institucionalizó la revolución y así se pudo conducir a un pueblo a lo que Vargas Llosa calificó de “Dictadura perfecta”, que resultó no ser tan perfecta pero que funcionó durante más de setenta años. Esto tiene sus bases en dos opciones ideológicas, en el buen orden o en el desorden y todas sus consecuencias en ambas posturas. Si se elige el desorden se tendrá como consecuencia el azar, la anarquía, la ilegalidad, la ilegitimidad, el caos como consecuencia; si se elige el orden se estrecharan las libertades y habrá mano dura de manera dosificada o dura a secas, según amerite el caso, contra los pensantes, los disidentes, los críticos, los guerrilleros, los periodistas y en todo caso contra la nación con tal de mantener la gobernabilidad, es decir, el orden. La nación mexicana deseaba y necesitaba orden entre tanto caos y así fue como aceptó esa contradicción lógica, razonable y la “Dictadura perfecta” en la práctica política en que un partido representó el todo. Esa representación ficticia y dañina del todo se ha terminado. Se abren nuevas posibilidades de crear una nueva nación que tome consciencia de si misma y relegue a los grandes líderes. Allí donde hay grandes líderes totalitarios el pueblo es un instrumento de las más bajas pasiones. Quizá no sea posible la disolución de los partidos totalitarios pero si es posible su limitación.
Hoy, ese partido está de regreso, añorando los viejos y buenos tiempos en que fuera del partido no existía cosa alguna que pudiera sobrevivir. Saint Simón, Hegel, Fichte, Nietzsche y muchos otros buenos filósofos nos hablan de la masa estúpida, del último hombre, del ser humano mediocre y cosas por el estilo que debe ser gobernado por medio de la fuerza, del engaño, de la doble moral, de la tiranía para el buen gobierno. Espero que los mexicanos demos muestras de que la democracia es posible y que más allá de los sistemas económicos, políticos y sociales existe vida digna, pensante y en constante cambio a pesar de. Eso sí, sin idealizaciones o utopías.
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