Me permito el coloquialismo a razón de las últimas intervenciones de los precandidatos en torno al tema de los libros que han leído, pero sobre todo de aquellos que no. El título de esta apostilla deriva de un dicho, que aprendí de un maestro que estimo  en demasía y que demuestra plenamente la forma en que los mexicanos vivimos la vida, tanto la propia como la ajena. Está claro que todos nos consideramos mejores a los demás, así el más humilde jornalero presumirá la fiesta de los quince años de su hija, mejor que la de su compadre porque éste dio carnitas y no lechón, que resulta ser más fino (apreciación obvia del compadre), esto obviamente se da en todos los ámbitos, hablamos obviamente también de la  política.

Todo lo anterior porque cuando Peña Nieto durante la FIL no pudo hilar tres libros que marcaran su vida, además de la Biblia, desató una lluvia de críticas, burlas y demás vituperios por parte de todos los sectores, incluso, y esto es lo más curioso, Cordero, destacado por no ser muy brillante, se ríe de la ignorancia que demuestra su posible oponente cayendo, inmediatamente en un error, si bien no de la misma magnitud, bien que deja en claro que lo suyo tampoco es la lectura; no puedo dejar de pensar en una pelea de niños, y es que además las lecturas que eligió Cordero, buenos libros por supuesto, no son los que uno esperaría para el primer mandatario de la nación, Lewis Carroll fue un excelente autor, Alicia es un gran texto con un mensaje complejo y una interpretación con las mismas características, pero la influencia que puede llegar a tener, tanto por su contenido filosófico, reflexivo y hasta cultural no es comparable con, por ejemplo, Don Quijote de la Mancha, El rey Lear, El Péndulo de Foucault, etc.,

De cualquier modo, lo que estos dos personajes demuestran, no es que sean incultos porque la clase política lo sea, que también hay casos contrarios,  donde la cultura y la brillantez resaltan;  lo que queda en claro, es que la lectura no es algo por lo que nuestro país destaque, dudo que todos los que se han burlado de Peña Nieto por confundir a Enrique Krause con Carlos Fuentes sepan verdaderamente quién es cada uno de los antes citados, lo que le ha sucedido al candidato a presidente le pasaría a muchos mexicanos, citar tres libros se convierte en todo un logro, burlarnos y hacer mención en todos los medios sólo es reírnos de nosotros mismos, de nuestra ignorancia y del descaro de saber que no somos os, porque nosotros por lo menos hemos leído a Condorito.

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Autor: jcdiazlopez (Visita mi Oficina)