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CURVAS PELIGROSAS
- Autor : Lic. Gomez Porchini
- Fecha : Miércoles 02 de Septiembre de 2009 23:07
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Más de una vez, Usted ha de haber visto en las carreteras de este nuestro México los letreros que anuncian: Curvas peligrosas.
Y la gente, a veces, le hace caso al letrero. Las más de las veces, los ignoran y el resultado es un accidente que puede llegar a costar muchas vidas. O bueno, una, que para los deudos ese uno es todo. Total, un muerto más, según la autoridad, no importa, si cada una de esas curvas ya debe muchos muertos.
El problema es que todos hemos visto esos letreros, que todos los hemos sufrido, que a veces, reducimos la velocidad y otras no, con las consecuencias ya anotadas.
Sin embargo, lo que está mal, de fondo, es que aparezca un letrero que diga “curvas peligrosas”, cuando lo correcto debería ser “carretera mal diseñada” o “errores de diseños en el camino” o algo así. Es decir, que reconozca los constructores sus errores.
Efectivamente, piénsele Usted, mi querido lector y verá que si el camino estuviera bien trazado, no sería peligroso, aún a velocidades altas. Si la carretera no estuviera “boluda”, “arriscada” o como Usted le quiera decir, no habría accidentes o serían muchos menos.
Vamos, aún dentro de nuestras ciudades, existen calles en las que todo mundo sabe que son “peligrosas”, por decirles de algún modo, pues lo cierto es que están mal diseñadas.
¿Cómo va a ser posible que diez o veinte o treinta conductores choquen en el mismo punto, en fechas distintas? ¿Cómo se explica Usted que haya que reducir la velocidad porque si no el carro “se jala” en la curva?
Eso quiere decir que el contratista o constructor o ingeniero o alguien responsable, no hizo lo correcto y pretende disfrazar su yerro con un letrerito “curvas peligrosas”.
Simplemente, viaje Usted por la avenida Miguel Alemán de este Monterrey, bueno, de Ciudad Guadalupe y podrá ver la cantidad de cruces a la vera del camino. Son cruces que reflejan unas vidas truncadas, unos afanes sin logro, una pena muy honda pero que para la autoridad, sólo implican un número más en la estadística.
“Venían tomados”, “venían a exceso de velocidad”, “corren mucho” son algunos de los pretextos o excusas que utilizan quienes son responsables de que no ocurran accidentes en las calles. Es decir, culpan al efecto, no a la causa.
Y el efecto son los daños, los muertos, los mutilados, los heridos. ¿La causa? Que nuestras autoridades permitan que se hagan obras mal hechas. ¿La causa? Que nosotros, Usted y yo, no alzamos nuestra voz a pesar de estar viendo lo que sucede todos los días. Y le puedo apostar que Usted, mi amigo lector, conoce al menos, un crucero, una curva, una esquina, un camino, que por peligroso ya hasta han de tener corrido.
Vamos, existen puentes y barandales y postes y hasta maquinaria de la autoridad abandonados a media calle que ocasionan todo tipo de tragedias. Estorban al paso, causan accidentes, son motivo de vergüenza y no pasa nada. Ahí están y ahí se quedan.
Lo invito a denunciarlos. Lo invito a que haga valer su voz, diciéndonos a todos dónde está una falla de construcción, una causa de problemas.
Total, ¿qué puede pasar? Si logramos prevenir otra muerte, sería magnífico. Si logramos que una autoridad, una al menos, escuche al pueblo, sería maravilloso. Si no, cuando menos mañana tendremos la autoridad moral de decir: se los dije.
Vale la pena.
Me gustaría conocer su opinión.
José Manuel Gómez Porchini
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