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FLOR Y CANTO
- Autor : Victormiaz
- Fecha : Domingo 14 de Junio de 2015 15:30
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De común se cree que los pueblos prehispánicos no desarrollaron un sistema filosófico a la manera de los europeos y ahí está el error (Medir con regla ajena la vida propia). Si bien no se tiene la perspectiva total sobre su pensamiento, tanto por la destrucción de los documentos que tenía la clase noble de estos pueblos como por la cerrazón impuesta por la religión católica sobre las expresiones de los naturales. A esto se le debe añadir el tiempo que ha transcurrido para agravar el estudio.
Sin embargo, en los escritos que han llegado hasta nosotros se puede advertir que existía una ética férrea (Ningún pueblo puede dominar sin dominarse asimismo), una moral circundada por la disciplina y una metafísica admirable para su tiempo.
Si bien es cierto que los aztecas no lograron separar la religión del Estado propiamente se debe a que un Estado teológico era necesario para los fines de los gobernantes; no obstante lo anterior, la razón de los aztecas también se preocupó y ocupo sobre el ser y el destino final más allá de la muerte, es decir, tenían una metafísica. El siguiente texto nos muestra lo ya dicho:
“¿A dónde iremos?
Solo a nacer venimos
Que allá es nuestra casa;
Donde es el lugar de los descarnados”.
“¿Acaso de verdad se vive en la tierra?”
No para siempre en la tierra; solo un poco aquí.
Aunque sea de jade se quiebra,
Aunque sea de oro se rompe,
Aunque sea plumaje de quetzal se desgarra.
No para siempre en la tierra; solo un poco aquí.
“¿Acaso son verdad los hombres?”
Por tanto ya no es verdad nuestro canto[1].
Esto además tiene toda la carga existencialista pero también contiene el cambio y corrupción que los griegos advirtieron, es decir, la discusión filosófica del ser y el no ser. Se puede ver claramente toda una ética en la formación de los jóvenes nobles y los jóvenes del pueblo llano dividida entre los dos géneros. A los jóvenes se les enseñaba el valor, a no mentir, a ser obediente, a honrar a los padres, a no robar y temer a los dioses entre otras muchas cosas; a las mujeres a ser virtuosas, a no mentir, a no robar, a participar en las labores del hogar y, a participar en los preparativos de los festejos religiosos.
Se tienen también rasgos de hedonismo como la siguiente: “gocemos ahora que mañana moriremos”, o manifestaciones epicureístas “Solo el trabajo nos conduce a la felicidad”. Los tlamatinimes fueron los equivalentes de los filósofos de Grecia con sus propias maneras de interpretar la vida, la realidad y la metafísica. Para los tlamatinimes la verdad no está en la ciencia sino en la belleza y la cultura. El poeta que sepa captar la belleza natural tiene la verdad y la expresa a través del canto. Si bien no es una filosofía al modo occidental no es, despreciable. Toda la estética azteca capturada en la flor (La belleza) y el canto (La expresión cultural) es de un grado supremo, embriagadora e irresistible.
Ahora bien, no solo se puede encontrar rasgos de filosofía sino también en personajes como Quetzalcóatl, de quien se dice, por unos, que era un hombre y por otros un dios; pero que representa las virtudes humanas con un trágico final traído por el incesto con su hermana. Se puede no solo rescatar sino seguir sus enseñanzas ya hayan sido reales o atribuidas a un personaje (Dios) como guías para la vida. Sus mejores virtudes eran la prudencia, la templanza y la razón llevadas a la práctica. Toda una vida ética o un compendio de ética digno de estudio, por lo menos para los mexicanos.
La razón de Quetzalcóatl lo llevo a alcanzar alturas fuera de lo común entre los que vivió o existió (Y, sigue existiendo), que por mera necesidad propia se debe estudiar y delimitar los alcances de su pensamiento y de su práctica en las circunstancias ya señaladas. Busquemos nuestras propias reglas de existencia para poder medir nuestra vida.
Si Huitzilopochtli forzaba a los aztecas a la guerra, al derramamiento de sangre, a la conquista; Quetzalcóatl nos invita al elevamiento intelectual, al uso de la razón y a la conquista del pensamiento elevado. Fuerza y razón unidos en una Nueva Flor y un Nuevo Canto.
[1] Colección de cantares mexicanos. Versión del doctor Miguel León Portilla.
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