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LA BASE DEL PODER TEOLÓGICO, POLÍTICO Y ECONÓMICO EN MÉXICO
- Autor : Victormiaz
- Fecha : Miércoles 12 de Diciembre de 2012 06:40
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Desde la creación de las religiones ha habido personas que han mirado su construcción como inherente al ser humano pero con toda su crudeza. Para Séneca la religión tenía diversos aspectos: La religión es considerada por la gente común como verdadera, por los sabios como falsa, y por los gobernantes como útil. Esto tiene su base en el primer caso la necesidad de creer en un ser o seres superiores ante a las limitaciones de la vida y del conocimiento vulgar de la gente común (doxa); en el segundo caso, se trata del conocimiento filosófico y/o científico que basándose en el uso de la razón y los datos comprobables se tiene el conocimiento superior del sabio y en el tercer caso, se esta ante el caso del utilitarismo, los políticos saben que a un pueblo se le domina mas por las creencias ciegas, por las supersticiones y mitos que por la razón.
No es raro ver a las clases dominantes estar en acuerdo sobre las formas de gobierno imperante. Generalmente la clase política y la clase religiosa están en pleno acuerdo para seguir manteniendo al pueblo en falsas creencias para su gobernabilidad. La religión cala tanto en el pueblo dada su implementación desde la niñez que es imposible que el grueso de la población salga del mito explicativo sobre la existencia humana y de la realidad. Es tan arraigado el pensamiento religioso en la mayoría de gobernados que no importa cuantos grados académicos se consigan en primer y ultimo lugar se tendrá presente la fe ciega en la teología. Es lastimoso como las mejores mentes se atrofian con la implantación de cuentos para niños. Fundamentalmente el pensamiento mítico se incuba desde la niñez cuando el entendimiento es nulo a la realidad factual, no se tiene ningún conocimiento solido razonable ni ningún método o instrumento para dilucidar la realidad de la ficción. Sobre esta base se fija la vida futura. Ya pueden ir y venir toda Filosofía y todas las ciencias a tratar de sacar a las personas de sus creencias ciegas con toda inutilidad.
Ahora bien, eso también lo sabían los gobernantes y los religiosos del imperio azteca. La religión era la base de la vida de todos los pueblos prehispánicos al punto de no poderse separar la teología de la política. Así, cuando los españoles llegaron muy pronto supieron que un cambio de paradigma religioso era posible para el dominio de los pueblos autóctonos de lo que hoy llamamos América. La supremacía de los dioses se puso en marcha y resulto que el Dios único y verdadero de los vencedores fue impuesto a los vencidos. La Tonanzin de los aztecas fue trocada en la virgen María y después la religiosidad de los pueblos prehispánicos y la necesidad imperiosa de salir de la perdida del horizonte de la vida hicieron el resto de la historia. Ahora el pueblo mexicano es igual de fanático religioso tanto como en el estadio prehispánico. Es decir, que sigue siendo instrumento maleable tanto de la casta política como sacerdotal. Y francamente no se ve su liberación del mito. No importa cuantas razones filosóficas o científicas se le de al pueblo, no lo entenderá, su razón ya contiene el pecado original intocado: no comerás del árbol de la sabiduría. Por otro lado, no se dan cuenta que a los gobernantes les conviene la religión por pura utilidad sin que necesariamente ellos crean ni observen los ritos religiosos. De4 eso nos da una buena muestra sincera Nezahualcóyotl:
Se dice que Netzahualcóyotl estudiaba la naturaleza, los astros, las plantas y animales. Por tanto tenía un conocimiento muy superior a la del pueblo (cosa ya indiscutible). “Conocía la inutilidad de la idolatría y les recomendaba a sus hijos que participaran en los ritos y todo lo que tenía relación a las prácticas religiosas, para congraciarse con el pueblo pero, que sin embargo, en su interior repudiaran tales usos”.
Ahora bien, las castas dominantes cuando entienden a cabalidad su papel y las condiciones reales a que deben servir un determinado fin de superioridad del pueblo, del Estado han querido siempre y en todo lugar un pueblo fuerte que sirva a los propósitos mas elevados, de dominio de la vida, de derroche de fuerzas que busquen en todo momento su justificación no solo utilitaria sino vital. Eso es de lo que las castas dominantes en México carecen. Véase a los hombres poderosos de México: Slim, Salinas Pliego, Emilio Azcárraga o cualesquiera otros con su beatería sin sentido, con el único fin de ganarse un centavo mas que sus competidores; véase a los sacerdotes con su hipocresía de una vida feliz en al mas allá o a los políticos entregados a la rapiña de los bienes públicos. Todos ellos siervos de sus pasiones y de la burguesía extranjera. Y, a eso le llaman patriotismo. Patriotismo centavero.
Es conmovedor ver al pueblo mexicano ser trasquilado por ambas castas, política y sacerdotal, aferradas al poder más por el engaño que por la fuerza, la virtud o la verdad. A esto súmesele la casta mercantil y se tiene ya el cuadro básico de la vida mexicana. La vida mexicana es una vida acrítica, dogmática en su esencia. Sobre esta base esta sentado el poder de los sacerdotes y gobernantes. La base de los comerciantes esta basada en la mercadotecnia que crea necesidades innecesarias, falsas, nacidas bastardas. Bien podría uno decir con Platón: ¡Cuantas cosas hay que no necesito!. En cambio el pueblo todo necesita, empezando por creer en cualquier cosa.
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