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Fecha de respuesta: Jueves 07 de Noviembre de 2013 16:58 2013-11-07 16:58 desde IP: 187.162.210.121
Concuerdo con el Licenciado Ulloa respecto a la subjetividad del prestigio del abogado, ya que ésta no puede medirse, ni en función del número de juicios que ha patrocinado, ni tampoco en el de sentencias a su favor que haya obtenido.
Existen infinidad de negocios en los que acude a la oficina un cliente con un asunto que, nadamás de verlo, se sabe que la sentencia difícilmente le será favorable; sin embargo, la intención de su patrocinado, sabiéndose perdedor también, no estriba en el fallo favorable, sino en otro tipo de circunstancias que sabe, su abogado podrá lograr para él.
Caso similar sería, por ejemplo, el de un médico especialista en cancerología que, evidentemente por el tipo de padecimiento de sus pacientes, la mayoría de ellos morirá sin haber recuperado la salud, lo que no es por cierto ningún parámetro para calificar su calidad profesional, pues ésta no está sujeta a determinarse de acuerdo al número de personas a quienes logre la recuperación de su estado de salud.
Creo, por tanto, que el prestigio del abogado solamente puede medirse por el grado de satisfacción de sus clientes, sin importar si éstos son abundantes y si las resoluciones dictadas en los juicios les son favorables o no.
Es evidente que, en la generalidad de los casos, las personas pueden darse cuenta con meridiana claridad y por sentido común, cuál podrá ser el resultado de la decisión jurisdiccional; por tanto no buscan al abogado para que siempre gane el juicio a su favor, sino para que, muchas veces, les brinde un mayor tiempo para solucionar el verdadero problema que los aqueja, que frecuentemente no está vinculado al aspecto jurídico.
De igual forma, en determinado tipo de negocios, no obstante resoluciones contrarias a los intereses de su defendido, su desempeño profesional durante el procedimiento llega a producir en el ánimo de los abogados de la contraria el reconocimiento a las virttudes del perdedor, por su conocimiento y experiencia en el campo forense.
Esos dos ejemplos, respecto los cuáles no existe una estadística jurisdiccional, son aquellos que verdaderamente conllevan a forjar la imagen del abogado prestigioso, pues son precisamente los clientes, y en ocasiones aún los contrarios y sus abogados, los que difunden la calidad profesional del abogado que lo distingue por sobre la que tienen muchos otros profesionistas del ramo.
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