Estuve viviendo en unión libre con el papá de mi hijo por 4 años y medio, actualmente llevamos separados 2 años y medio y mi hijo tiene casi 6 años. Vivíamos en México, pero en cuanto me separé tomé la decisión de venir a vivir a Puebla, porque yo tengo una casa aquí, de esa forma no tendría que pagar renta y podría poner en renta el departamento de México para tener un ingreso. Además, la relación era demasiado conflictiva y codependiente, así que de quedarme en México, la relación continuaría de la misma forma, tenía que poner tierra de por medio. Desafortunadamente para mi hijo, la convivencia con su padre no es tanta como él quisiera. El acuerdo que firmamos establece una convivencia de un fin de semana cada dos semanas, del viernes a las 18:00 hrs al domingo a las 18:00 hrs.

La realidad ha sido muy distinta y lo ve cuando él decide, lo cual no es más de una vez cada dos semanas. Hasta hoy yo no me he opuesto porque busco que mi hijo conviva con su papá lo más que se pueda, y además,  para evitar mayores discusiones entre mi ex y yo. No obstante, él no queda satisfecho de ninguna manera y aún hoy continúa echándome en cara que yo tomé la decisión de traer al niño a Puebla y que yo soy la culpable de todos los efectos negativos que pueda tener mi hijo por esa razón.

Prácticamente desde que llegamos a Puebla, mi hijo comezó a ir a terapia psicológica, para que le ayudaran con su capacidad de manejar estas pérdidas de la mejor manera, y he intentado que su vida sea lo más normal y feliz posible. Hasta hoy, en ningún momento le he negado las visitas, la única limitante ha sido que no entre a mi casa. Él se ha llevado a mi hijo al D.F. sin avisarme y no he hecho mayor aspaviento. Cuando voy a la ciudad de México a visitar a mis padres, también lo ve.

En últimas ocasiones cuando ha querido verlo y no puede venir por él, manda a alguien para que venga por él y se lo lleve en camión y en taxi desde la CAPU hasta su domicilio. Yo no he puesto objeción, aunque sin duda, no me parece lo más correcto, ni lo más conveniente.

Sin embargo, lo que más me preocupa hoy, es que ya en varias ocasiones decide regresarlo uno, dos o hasta tres días después del domingo, por lo que el niño está perdiendo clases. Sé que será muy difícil demostrar lo pasado, pero quiero que a partir de esta fecha quede constancia de lo que está sucediendo. Aunque no sé cómo probarlo.

Mi hijo ya tiene varias faltas injustificadas en el Colegio y, a pesar, de que se encuentra en tercero de kínder, esta situación lo está afectando académicamente. De entrada, él está enfrentando algunas complicaciones que pueden estar directamente relacionadas con el aspecto emocional, como son: la falta de concentración y el autocontrol. Estas condiciones están siendo tratadas por su psicóloga, pero si a esto agregamos la pérdida de clases, la cuestión se complica, tanto, que me están sugiriendo incluso que repita el año escolar. Lo peor es, que aún cuando, mi ex lo sabe, porque se lo he dicho, no le importa, y argumenta que eso es una simple consecuencia de que yo haya tomado la decisión de traerlo a Puebla.  

¿Qué puedo hacer? Sinceramente no quisiera involucrar a mi hijo en una situación judicial que le hará mucho daño, pero lo que hace su papá también lo daña en un aspecto que él aún no percibe conscientemente.