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SUMIDOS EN PERNICIOSA SOLEDAD
- Autor : LicVelazquez
- Fecha : Domingo 25 de Diciembre de 2011 17:30
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Abriendo las páginas de los diarios nacionales me encontré con un artículo de Álvaro Cueva bajo el título “el año que nos volvimos estúpidos” el cual me pareció una excelente sacudida a la modorra en que nos hallamos los mexicanos en general y sobretodo los abogados, quienes no obstante que somos capaces de actuar como verdaderos líderes de opinión y de acción colectiva, desperdiciamos durante otros largos doce meses, todo tipo de medios, talentos y recursos emprendedores a través de las más simples plataformas a nuestro alcance y a favor de quienes constituyen como gobernados los destinatarios de nuestra formación profesional.
Nos han ganado en efecto, durante el año que ya fenece, los mismos antivalores asociados al ejercicio de la profesión, la constante ausencia de solidaridad gremial, la nula visión hacia el horizonte de las oportunidades por la inicua atención a los apremios de la vida cotidiana, aunque desde luego esto último no afirmo que sea reprochable pues ciertamente se espera de cada uno de nosotros la primaria satisfacción de las necesidades familiares, para muchos angustiante, para otros no tanto.
Pareciera que los mexicanos estamos sometidos a un esquema de catarsis y que esperamos a través de la compasión y el miedo, purificar nuestras almas. ¿Existe algo más retante para los abogados que lo anterior? ¿Acaso nuestra formación de juristas es compatible con este formato? Desde luego que no, pero lo parece siendo obvio que no hemos podido o sabido encadenar nuestra formación y experiencia en objetivos que amalgamen desarrollo profesional y bien común.
Pensemos verbigracia, en el papel que hemos desempeñado como abogados en los procesos de transformación actual de los sistemas de justicia, para qué efectos se nos ha tomado en cuenta o de nuestra parte cuándo y donde hemos reclamado y posicionado el lugar que nos corresponde.
Pensemos en las razones por las que los abogados somos discriminados en las decisiones de nuestro entorno citadino, estatal o federal. Pensemos también en las razones por las que no hemos podido rescatar la defensoría pública familiar, penal, agraria, laboral y de amparo y lograr que transite hacia una institución de los abogados y no del gobierno. ¿Acaso no es posible conformar un sistema de asignación de defensores privados a ciudadanos menesterosos, desiguales o menos favorecidos, bajo un arancel de honorarios pagados por el erario público?
Pensemos en el tiempo que ha transcurrido y los abogados no hemos podido sacudirnos las castas profesionales donde por ejemplo los Notarios se han convertido en los intermediarios más onerosos de todas las operaciones crediticias e inmobiliarias a base de leyes que favorecen desde los tiempos coloniales la inmovilidad de la riqueza también llamada de manos muertas. ¿Acaso se puede justificar que el ciudadano deba renunciar al diez por ciento en promedio del valor de sus bienes para contar con un título de propiedad? ¿Existen diferencias técnico-jurídicas en la transmisión de un bien inmueble que valen millones con los que valen miles?
Pensemos en la cantidad de espacios de desarrollo profesional que se nos ha arrebatado a lo largo de tantos años de clientelismo político y corporativo, en la ausencia de justificantes para que las oficinas de gobierno sean municipales, estatales o federales solventen sus necesidades de asistencia legal profesional por medio de áreas exclusivas, internas o propias, donde los letrados se convierten en empleados del gobierno, minando el acceso libre a la prestación de servicios profesionales.
Pensemos en la cotidiana necesidad de los ciudadanos de defenderse de un sistema generalizado de gobierno donde por la deficitaria condición protectora del juicio de amparo que relativiza y limita sus efectos al quejoso, las autoridades desnaturalizan todo tipo de instituciones legales substantivas y procesales. ¿Acaso no podemos los abogados responder con una organización gremial prestadora de servicios de bajo costo donde se conjugue el beneficio colectivo y la compensación económica que genera el volumen de los asuntos?
Pensemos y actuemos incesantemente. Los estudiantes, los recién egresados y los gobernados en general están anhelante de alternativas y de guías de aprendizaje y de las que jamás he dudado que los abogados podemos proporcionarlas. Nosotros mismos estamos deseos de cambios a nuestras expectativas de crecimiento, de desarrollo, de ingreso. ¿Por qué entonces nos gana día tras día, mes a mes, año a año, la apatía, la indiferencia, la indolencia? ¿Acaso nos falta pasión, arrojo, organización, cultura empresarial, visión global?
Sí, definitivamente sí y pienso como lo afirma Eduardo Sánchez Hernández, que sucede que vivimos viendo hacia nosotros mismos, hurgando en los limitados caminos de nuestras individualidades, no sabemos ni queremos trabajar en equipo pues no hemos sido capaces de encontrar la ventaja que tiene sumar.
¿Y saben porqué? Porque para eso es preciso dar la parte que nos toca. Desde antaño lo expresa un aforismo vulgar “prometer no empobrece, dar es lo que aniquila” y nunca estamos dispuestos a compartir ni a asumir los riesgos. Sánchez Hernández lo expresa de una manera insuperable:
Somos desconfiados porque nos sabemos abusivos, sospechamos del vecino porque conocemos nuestra idiosincrasia tramposa, somos suspicaces porque vivimos nuestras simulaciones. Pocas veces atacamos de frente y más bien vivimos para cuidarnos las espaldas. Los poderosos abusan porque muchas veces sus víctimas canalizan más esfuerzos en tener algún día la oportunidad de abusar, que en sacudirse al abusivo.
Los invito a potenciar nuestras capacidades a fin de abandonar de una vez y para siempre el laberinto de nuestra infinita soledad. Les invito a explorar juntos nuevos paradigmas, a intercambiar opiniones, a sumar planes e ideas ya no en este foro, sino a nivel personal, proyectando planes de trabajo, esfuerzos conjuntos y sucedáneos de aplicación local y replicación regional, nacional e internacional. Los invito a enlazarnos en un sistema uniforme de mensajería electrónica de voz, imagen y datos, tan accesibles hoy día, para pasar de fantasmas a seres con haceres, para transitar de asesores a promotores, de espectadores a inversores, de usuarios a desarrolladores, de litigantes y filántropos de pantalla a entusiastas emprendedores en otros nichos de servicios y de oportunidades laborales de alto rendimiento social.
Les aseguro que seremos entonces arquetipos de un de un mejor año 2012, de un mejor destino propio, de un mejor país.
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