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SOBERANÍA POPULAR VERSUS LEGALIDAD
- Autor : Victormiaz
- Fecha : Sábado 08 de Septiembre de 2012 09:06
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Diversos partidos, el Consejo del Episcopado Mexicano, periodistas, beneficiados por el sistema y muchos ciudadanos aseveran que se debe aceptar por todos, los resultados de las elecciones del pasado uno de julio de dos mil doce. Eso seria en caso de que dichas elecciones hubieran sido transparentes, limpias, legales y sin duda sobre los procedimientos no solo legales sino en los hechos reales. No fue así. Si en la realidad se compraron voluntades particulares en cantidades que hacen ver claramente que esto es inaceptable, la pregunta surge inmediatamente: ¿Cuál es la base o principio sobre la cual deberá el pueblo mexicano fundar su claro deseo de cambiar esta realidad inaceptable?.
Por un lado se han agotado todos los recursos legales electorales respecto a las elecciones en cita y los ganadores legalmente exigen de mil maneras se cumpla la ley. A todas luces se estaría violentando el Estado de Derecho y eso seria contrario también a los intereses de los demás mexicanos.
Ahora bien, existe un principio que nunca se agota y esta por encima de cualquier legalidad, aun por las leyes constitucionales y por ende las leyes secundarias. Este principio loes la soberanía nacional. Todo Estado para constituirse tiene necesidad primara y anterior de constituirse como una nación soberana que pueda auto determinarse, es decir, constituirse como única voluntad soberana y darse leyes. He ahí la importancia del Congreso Constituyente que crea las leyes supremas. Véase bien que de esa voluntad soberana emanan las leyes fundamentales y los órganos que harán funcionar a ese Estado. Después viene la creación de las instituciones que son generadas a partir de la norma de normas: la Constitución General o Carta Magna.
Esa soberanía popular creo la actual Constitución y tuvo la atingencia de plasmar ese principio fundamental llamado soberanía nacional. Así tal cual lo señala categóricamente el artículo 39 de nuestra Constitución General.
ARTICULO 39. LA SOBERANIA NACIONAL RESIDE ESENCIAL Y ORIGINARIAMENTE EN EL PUEBLO. TODO PODER PUBLICO DIMANA DEL PUEBLO Y SE INSTITUYE PARA BENEFICIO DE ESTE. EL PUEBLO TIENE EN TODO TIEMPO EL INALIENABLE DERECHO DE ALTERAR O MODIFICAR LA FORMA DE SU GOBIERNO.
Si el poder se instituye para beneficio del pueblo se colige claramente que muchas cosas están mal ya que en el caso concreto de nosotros los mexicanos, el beneficio solo ha sido para pocas personas físicas y morales, tanto nacionales como extranjeras. En este contexto y sobre los hechos de que estas elecciones que aquí nos ocupan no fueron en beneficio del pueblo sino por el contrario en detrimento de este, se debe alterar o cambiar, ya sea, el gobierno mismo o la forma misma. El texto constitucional no admite otra interpretación. En cuanto a que no se probó legalmente que las elecciones fueron conforme a las leyes expedidas con anterioridad y mediante el procedimiento correspondiente, se debe decir que, eso no es óbice para llegar a la convicción plena de que estas fueron tan desaseadas que no traerán cosas buenas a la nación mexicana. Aunado a lo anterior, véase que el texto constitucional no exige condición alguna para que el pueblo soberano altere o cambie la forma de gobierno. Es, a mi parecer atinado ya que exigir algún requisito seria poner por encima una condición a la voluntad soberana y esta dejaría de serlo y pasaría a ser un poder nulificado.
Por lo ya evidenciado en líneas anteriores, sostengo que tales leyes quedan anuladas ante la soberanía popular. Ninguna ley puede sostenerse por encima de la voluntad soberana. Mas aun, el pueblo soberano tiene el derecho expedito para hacer uso de la fuerza y de las armas para hacer valer su soberanía. Cierto es, que muchos mexicanos están solicitando que se acepten estos resultados y que también en ellos como parte del pueblo reside la soberanía nacional. Sin embargo, la voluntad para ser eficaz debe manifestarse plenamente y no solo a través del voto que justamente es cuestionado.
Piden los ganadores y otros actores que los partidos acepten los resultados y haya pactos. Eso seria seguir en la misma parálisis nacional. Los partidos no pueden estar nunca por encima de la nación soberana y pactar lo que casi nunca le beneficia al pueblo en general sino que le perjudica. Se ha pactado entre políticos tradicionales, ricos y empresas nacionales y extranjeras el sometimiento del pueblo mexicano, honrándole como soberano solo en la formalidad y nunca en la realidad.
Con respecto a la mayoría que aluden los beneficiados en estas elecciones se debe decir que para la verdad poco importan las cantidades. Un solo ser humano puede estar en la verdad en contra del resto del mundo. Tal ocurrió con Galileo Galilei. Él y solo él sabía con certeza científica que la tierra era uno más de los planetas que giraban alrededor del sol. Fue llevado ante la Santa Inquisición (vaya santidad), para que abjurase de tal aseveración y Galileo lo hizo. En cosa alguna las cosas cambiaron. Solo Galileo tenía la verdad. En el caso presente la mayoría a que aluden no ha sostenido la voluntad a la que aluden los ganadores. Una voluntad debe manifestarse so pena de no ser voluntad o por lo menos ineficaz y la mayoría no se ha manifestado a favor de Peña Nieto después de las elecciones. Ante esto el Tribunal Federal electoral, se ha convertido en la nuevo Tribunal Federal de la Santa Inquisición Electoral. Ha emitido comerciales donde manifiesta que defenderá la voluntad popular que llevó a los tiranos al poder. Quiere este Tribunal que los que piensan y cuestionan la forma y el fondo, se atemoricen y abjuren de sus aseveraciones contra la ilegalidad, la ilegitimidad, contra la tiranía. Quieren a toda costa sostener este sistema injusto que crea pocos multimillonarios y m decenas de millones de pobres, tantos como cincuenta. Este tribunal en desacato popular esta apoyado por el actual presidente y por el electo mas lo mas rancio del conservadurismo. ¿Qué farsa es esta?.
Ahora bien, muchos aluden a que Andrés Manuel López Obrador es el causante de todos los males presentes y lo será de los futuros. No hay tal, será en todo caso la vía más amplia y vistosa por donde se expresa el deseo de democracia pero nunca será el fin. El único fin en este contexto lo es, la democratización del poder político. Ese poder escamoteado al pueblo soberano.
No se puede minimizar que el pueblo activo en uso de su soberanía se ha venido manifestando en contra de la elección del presidente de la Republica y de las decisiones de las instituciones y en no poca cantidad y calidad. Tratar de minimizar al pueblo es ponerse en su contra. El pueblo mexicano hasta ahora ha actuado con base en su soberanía, con legalidad e inteligencia. No hemos visto apoyo alguno hacia quien dice gano legal y limpiamente las elecciones presidenciales.
Reitero que este movimiento democrático no tiene como fin el de quitar a un ser humano del poder y poner a otro. No se trata de personas en particular sino de la voluntad soberana persiguiendo uno de sus fines. En este caso, la democratización del poder, es decir, que el que los gobierne sea no solo legal sino legítimo y sin duda de que el mismo no llegó al poder por medio de subterfugios no ilegales pero inaceptables por ser contrarios al interés nacional.
En este movimiento no se paga a los manifestantes, estos lo hacen por plena consciencia de que estas elecciones fueron y son tan desaseadas que no se pueden contribuir en cosa alguna al pueblo mexicano y a la democracia. Se lucha por cosas generales y justas y no por personas en particular.
Si la voluntad soberana no se hubiera manifestado en contra del imperio español, contra la iglesia católica o el gobierno dictatorial de Porfirio Díaz, la nación mexicana seguiría en cualquiera de estos estadios sin esperanza alguna de libertarse. Finalmente los que aseguran que la nación mexicana no se ha manifestado en contra de Enrique Peña Nieto y por lo tanto, no hay tal voluntad soberana, les contestó que nunca en la historia mundial la voluntad soberana se ha manifestado al inicio de todo cambio de manera mayoritaria, general, clara y contundente. Eso se ha logrado con el paso del tiempo y cuando se ve claramente que la lucha es justa y por el beneficio común.
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